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De la Sala a la Casa

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4 estrategias para organizar tu vida con niños


 Cuando los papás visitan nuestras salas de clases usualmente nos preguntan cómo lo hacemos para lidiar con tantos niños y no morir en el intento, y es que tenemos técnicas infalibles que nos ayudan a funcionar de buena manera. Lo mejor de todo es que tu también puedes adaptar algunas de estas estrategias para utilizarlas en tu casa, las cuales te ayudarán a reducir los comportamientos desafiantes y repartir las tareas entre todos.

Rutinas estables y predecibles

Nuestras salas de clases tienes rutinas que se repiten día a día porque eso le permite a los niños comprender mejor lo que esta sucediendo y lo que va a suceder, haciéndolos sentir seguros y confiados. Además esto les ayuda a desenvolverse de manera más autónoma y adquirir hábitos (por ejemplo, siempre antes de comer la colación nos lavamos las manos), además de acostumbrar su reloj biológico a ciertos patrones diarios como comer y dormir. Para los adultos que nos rodeamos con niños las rutinas también son beneficiosas ya que nos dan la posibilidad de organizarnos mejor y planear nuestro día. Podemos establecer rutinas para comer, para ir a dormir, para vestirse en la mañana, también podemos destinar un día en especial para ciertas actividades de gran popularidad (por ejemplo, los martes cocinamos galletas, los viernes invitamos amigos, etc.). Preocuparse de establecer horas concretas para cada cosa y cuidar que las rutinas sean efectivamente eso, momentos que se repiten diariamente, predecibles y estables, obviamente siendo flexibles frente a situaciones que surjan.

Reglas claras

Una comunidad requiere de ciertas normas y códigos para poder funcionar de manera armónica, por eso en nuestras salas tenemos acuerdos que enmarcan y clarifican expectativas respecto a nuestro comportamiento. Nuestras casas también son pequeñas comunidades por lo que establecer reglas ayudará sin duda a su buen funcionamiento. Algunas claves que tenemos que considerar al momento de crearlas son:

  • Limitar el número de reglas, si tenemos muchas es poco probable que los niños puedan recordarlas y seguirlas. En ese caso es mejor entre 3 y 5 que engloben otras, por ejemplo: actuar de manera segura, actuar de manera responsable, actuar de manera respetuosa.
  • Si nuestras reglas son generales es importante que nos detengamos a analizar una a una con ellos, o sea conversar sobre lo que significa por ejemplo “Actuar de manera segura”: usar el cinturón en el auto, no tirar piedras, etc. ó “Ser amables con los demás”: compartir los juguetes, pedir por favor y dar las gracias. Y ponerles ejemplos o situaciones que los haga pensar en lo que no es: “¿Pegarle a los hermanos es amable?”, “¿Es amable gritar para pedir las cosas?”.
  • Poner las reglas en positivo, es decir, le decimos al niño lo que puede hacer, en vez de lo que NO puede hacer, ellos tienden a hacer lo que les decimos que no hagan así que evitemos la tentación. O sea podemos decirles: “se amables con los demás”, en vez de “no pelear”, podemos decirle: “cuidar y ordenar lo que ocupamos”, en vez de “no romper ni dejar las cosas tiradas”, podemos decirles: “caminamos dentro de la casa”, en vez de “no correr”.

Cooperación y Autonomía

¿Se imaginan a una profesora dándole cucharada por cucharada el yogurt de la colación a sus 30 alumnos u ordenando sola el desorden que queda después de una mañana de trabajo? Ufff humanamente imposible. En nuestras salas de clases los niños poco a poco aprender a hacerse cargo de sus pertenencias, a cooperar con el orden, a mantener limpio su espacio de trabajo, a hacerse cargo de sus necesidades personales y de su higiene. Esto porque creemos que son capaces y queremos que ellos lo descubran, porque queremos que sean personas autónomas e independientes capaces de lograr lo que se proponen, porque esto fortalece su autoestima y su desarrollo socio emocional, además de darles sentido de comunidad y valor al trabajo en equipo. Sabemos que los niños a veces se demoran mucho más que nosotros y dejan bastante más sucio también, pero darles el espacio y el tiempo es clave, así que desafía a tu hijo a ordenar, enséñale a sonarse solo, a lavarse las manos e inclúyelo en algunas tareas de la casa. Al hacerles todo no les hacemos un favor, sino que limitamos su espacio para desarrollarse.

Espacios adecuados

El espacio de la sala de clases esta pensado para que los niños puedan funcionar de manera segura y autónoma: no hay elementos riesgosos a la mano, esta todo bien demarcado, cada cosa tiene su lugar y los niños lo conocen. No se trata de convertir tu casa en un jardín infantil, pero sí organizarlo de manera que ellos puedan moverse alrededor sin mayor dificultad. Si tenemos por todos lados cosas delicadas o peligrosas que los niños no pueden tomar, probablemente estaremos constantemente pasando malos ratos , por esta razón es importante limitar la cantidad de estos elementos, elegirles un lugar específico y conversar con ellos sobre los espacios a los que pueden y no pueden acceder, por ejemplo: el lugar donde guardamos los artículos de limpieza, estantes con adornos, etc.

Esperamos que estos consejos te ayuden a organizarte y no desesperes, a veces toma tiempo, pero funciona.

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